sábado, 18 de abril de 2009

Los gajes del oficio.



La Uruca siempre me recordará el guevazo que me dio otro niño con el palo de reventar la piñata, justo cuando decidí tirarme, animado por los gritos de mi tío. Cuesta de Moras aún huele a pan horneado y a la revista Tambor que perdí en el bus, nueva, sin abrir, la única que tuve y quizás la mayor tristeza de mi vida contando todo lo que se puede llorar a los ocho años. Mi mamá, de piedra, no me habló en todo el regreso.
El chamaco me dio justo en la cabeza, quedé en el piso llorando y de la piñata me sacaron las mamás de los otros. Mientras me daban agua y escandalizaban la chichota de rigor, una de ellas lo dijo. Vieja cabrona, vieja hija de puta, todavía me repito eso cuando hay que resignarse.
Luego, por si acaso me enamoré de puras mujeres imposibles, aunque eso pudo ser decisión de ellas. De todos modos no hizo falta, el orden de las mujeres no altera el producto.
Revistas, chichotas y viejas. Heridas de esas que dizque nunca cierran.

2 comentarios:

  1. “El orden de las mujeres no altera el producto”, siempre las heridas quedan y los días sólo sirven para acumular más gajes en el oficio de vivir...y ellas siguen apareciendo en desorden, sin alterar ese destino que nos persigue. Hay lugares que marcan cicatrices imborrables y duelen como chichotas en una piñata o revistas perdidas sin que diese chance de hojearlas. Al final todo gira en una sola cosa.
    P.D. De niño me divertí mucho leyendo las historia de "los amigos de tambor", de ahí nació mi revista (era un puñado de hojas)“El barrio en caricaturas”, aunque nunca aprendí a dibujar.

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  2. Querido Sanfer:
    Cómo se nos van los años no? Yo coleccionaba revistas de Tricolín,(te acordás?, o no ?), bueno mi gran colección fueron 3 números y en las piñatas nunca agarré todo lo que me imaginaba, más bien a veces me robaban mis confites... Nunca me dieron con el palo, pero nunca reventé ninguna. Traumas diferentes pero parecidos. y las mujeres... bueno para hablar de mujeres no hay como 2 cervezas...

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